A los musulmanes que pretendan intervenir en este blog:

No hay nada que dialogar con el enemigo. Este blog está pensado para compartir, y para promover la resistencia europea al islamofascismo. El islam es comparable al nazismo. Sois la pesadilla del mundo. Vuestro dios es propio de mentirosos, ladrones, y asesinos, y no de hombres amantes del bien y de la verdad. Vosotros sois las tinieblas en el mundo; lo tenebroso, lo siniestro, lo hostil; la miseria y la muerte. Y lo seréis hasta el final. Con vuestra mera presencia mancilláis Europa, nuestra tierra sagrada; y aún este mismo blog, que mantendré puro y al que nunca tendréis acceso.

domingo 14 de febrero de 2010

18) Carta a un amigo. Casi tal cual...

Carta a un amigo. Casi tal cual…

Manu Rodríguez. Desde Europa. (14/02/10).

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*Hola J. P., gracias por el envío. Lo conocía, hace tiempo que circulan por internet estos datos. Suelo consultar los blogs ‘alianzadecivilizaciones’, ‘nuevaeuropa-nuevaeurabia’, y ‘coalición de blogs anti-islamistas’ (donde participo). Ahí puedes encontrar textos y videos sobre lo que nos interesa.
Mi blog sigue sin ser apenas conocido. Es de lamentar la poca difusión y repercusión de los blogs anti-islamistas. No causan efecto. No mueven. No pasa nada. Es frustrante.
Esta oleada del islam nos ha cogido en un momento de confusión y caos espiritual en nuestra Europa. Esto, claro está, les viene bien a los musulmanes. No hay obstáculos. La mayor parte de la gente nada teme de ellos. Nuestra situación me recuerda un tanto algunos hechos de la biología. La introducción de especies nuevas en islas o territorios que han permanecido aisladas durante miles o millones de años. Muchos de estos lugares no contaban con predadores, por lo que el comportamiento de las especies autóctonas era muy confiado. No habituados a temer por su vida o la de sus crías, tampoco habían desarrollado ninguna prevención. No contaban con gritos o señales de aviso ante el peligro, no huían cuando un predador se les acercaba, no sabían reconocerlos… Como tú comprenderás fue el ‘agosto’, el ‘chollo’ de los predadores.
Los musulmanes son parásitos y predadores que medran óptimamente en este medio confiado e ingenuo que es nuestra Europa actual. Nadie, parece, está preparado para hacer frente como se debe a esta descarada invasión; para defenderse y arrojar de la cueva, del nido, del árbol… del territorio, a estos huéspedes indeseables.
No es que no tengamos experiencia en Europa ante semejantes peligros, tampoco es la primera vez que estos canallas nos ‘visitan’. Es la educación que se les está dando a las nuevas generaciones, es la ideología de la tolerancia y la solidaridad llevada al extremo (¿incluso con el predador?)… en fin, es un fallo en nuestra educación. No nos permite distinguir o reconocer a aquel que busca nuestro mal. Tampoco nos permite defendernos de él. Estamos espiritualmente desarmados. Parece que nos hubieran extirpado nuestro coraje y nuestra fuerza moral, nuestro derecho a la defensa; castrado parte de nuestro ser.
Ante su arrogancia ya tendríamos que haber respondido con cosas como: ‘¿pero qué se han creído estos…?’. Y haberlos arrojado de aquí de un manotazo. Están abusando de nosotros por todos lados; medran demográficamente, económicamente, culturalmente, políticamente… Perdemos la tierra y el cielo, no me canso de repetirlo.
A costa de nosotros. Parasitan, medran, y depredan a su antojo sin que nadie se lo impida. Sin que nadie diga o haga nada, sin que nadie se atreva a decir nada.
Aquellos pocos que se oponen y denuncian la actual situación están mal conceptuados, vituperados, denigrados, condenados… insultados, amenazados, muertos. Estos son los tiempos que nos ha tocado vivir. ¿Qué te parece? ¿Estás dispuesto? ¿Te atreves?
Todos estamos a prueba. Estos tiempos ponen a prueba nuestra luz, el grado de conexión y de solidaridad con nuestro pueblo, y nuestra valentía. Es la criba. Estos momentos que vivimos en Europa (y en el mundo).
Esta amenaza tiene que ser respondida de manera cultural, con signos concretos, públicos, simbólicos. Una respuesta unificada, como para toda la especie, que no haya lugar a engaño. Algo que unifique a todos los frentes/signos. Un acuerdo de mínimos entre todos los frentes anti-islámicos. Símbolos claros y compartidos por todos. ‘Una’ respuesta contundente y masiva. ‘La’ respuesta de Europa.
Hay demasiada dispersión, demasiadas llamadas; esto confunde, y paraliza. Hay además frentes inadecuados, que repelen a muchos de nosotros: neonazis, ‘cruzados’, nacionalistas de aquí y de allá. Es la hora de Europa, sin embargo.
Primer punto: Hablamos desde la Europa democrática y desde sus pobladores milenarios. Segundo punto: Defendemos nuestra tierra y preservamos nuestro ser.
No queremos compartir nuestra tierra milenaria con estos millones de extranjeros musulmanes que, además, quieren nuestro mal, buscan nuestra destrucción; sueñan con dominarnos, con islamizarnos. Nos oponemos clara y abiertamente a su presencia en nuestras tierras. No los queremos por aquí.
Faltan bio-sociólogos que nos hagan ver nuestra situación en términos ‘evolutivos’, en términos biológicos. En nada difiere nuestra situación de lo que sucede en el resto de la naturaleza. Y ahora tenemos que defendernos de la invasión musulmana en nuestras tierras. Simplemente. Son procesos bio-culturales. Es lucha. Por el suelo, por el agua, por el aire, por la luz. Por la tierra y por el cielo.
Dadas las circunstancias, la lucha es desigual. No hay respuesta al ataque. Es una lucha unilateral. Estamos siendo múltiplemente agredidos, y no respondemos. Quiero decir, la población no reacciona, pese a las múltiples agresiones. Pese a los atentados, y pese al comportamiento agresivo y ofensivo con la población autóctona (de palabra y de obra), se sigue confiando en los musulmanes, se les sigue concediendo crédito a sus mentiras (‘el islam es paz’). El nivel de rechazo, a escala europea, es mínimo. Insisto en que esto se debe a la educación de las nuevas generaciones, no preparadas ni siquiera para percibir la agresión como agresión, o preparadas para excusarla de alguna manera. Para diferir, en definitiva, la única respuesta apropiada. Signos de debilidad, de estupidez, de cobardía (en nuestros gobernantes, políticos, e intelectuales).
La lucha existe, el peligro existe. La amenaza musulmana en Europa es real. Podemos perder Europa, nosotros, sus pobladores milenarios.
Si ves claro, y estás con tu pueblo, no puedes pasar, no puedes ignorar, no puedes mirar a otro lado. J. P., nosotros no podemos hacer ni más de lo que hacemos, ni otra cosa que lo que hacemos. Difundir una palabra. Lo nuestro es la palabra que informa, que dilucida, que nos muestra al enemigo; la palabra que despierta, que avisa, que urge; la palabra que dignifica, que ennoblece, que heroifica. Lo hacemos desde Europa, sin más; desde la Europa de sus pobladores milenarios. En defensa de nuestra tierra y de nuestras tradiciones culturales todas. Porque queremos seguir siendo lo que somos. Porque esta nueva Europa que emergía tiene que cumplirse y florecer. Nos queda que madurar todavía. Apenas comenzamos. Tenemos que librarnos de este peligro, y proseguir nuestro camino.
No podemos ser, en las circunstancias presentes, sino monotemáticos. Es un compromiso, es un cometido. Es un destino, es una función. Muchas especies cuentan con vigías en las lindes de su territorio, y con gritos de aviso en caso de peligro. Signos de aviso que son entendidos por todos sin confusión ni ambigüedad. Signos claros y distintos. Todos los miembros del grupo saben lo que tienen que hacer.
¿Por qué, entre nosotros, estos signos no funcionan? Hablemos de nosotros los europeos y de nuestras circunstancias presentes con respecto a la enorme población musulmana extranjera que viven en nuestras tierras. Y de su aumento. Hablemos de su actitud ofensiva y agresiva para con nosotros y para con nuestras tradiciones culturales todas. Su hostilidad manifiesta. ¿Cómo no se reacciona masivamente?
Algo nos sucede, J. P. A toda Europa, a su inmensa mayoría. Algo nos detiene. Hay que desatar, hay que liberar a esta joven Europa. Despertarla, despabilarla. Iluminarla. Ilustrarla. Ponerla al día. Éste es nuestro cometido. Nos ha tocado. Nos tocó.
Con gusto y alegría hago lo que hago. Pensando en cada momento que coadyuvo a librarnos del invasor. Es una lucha, y yo la realizo mediante la palabra. Y procuro que cada frase que escribo sea un arma y una victoria sobre lo tenebroso, sobre nuestro mal; y sobre el islam, con el cual, tarde o temprano, todos los europeos milenarios tendremos que enfrentarnos. Yo, y muchos otros, nos adelantamos, simplemente. Somos la vanguardia. Luchamos y urgimos a los demás a que se apresten al combate.
Estamos en guerra, o mejor dicho, el islam está en guerra contra nosotros, y en nuestra propia casa. Nos disputa la tierra. Discute nuestros cielos. Quiere someternos, quiere humillarnos, quiere imponernos su infierno…
¡Pues claro que hay que luchar contra esta monstruosidad que amenaza con destruirnos!
Te dejo esta prenda de nuestros antepasados pre-romanos (no recuerdo qué pueblo), la respuesta que dieron en cierta ocasión a una propuesta de capitulación que le hicieron los romanos: “Nuestros padres nos han legado hierro para defender nuestra libertad, no oro para comprarla.” Sirvan nuestras palabras también como armas para repeler cualquier agresión, para defender nuestra libertad… Sea éste nuestro legado.
Hasta la próxima, amigo. Saludos,
Manu

miércoles 3 de febrero de 2010

17) Amo y odio

Amo y odio.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (02/02/10)

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*Amo y odio. Y tengo para mí que la medida de nuestro odio es la medida de nuestro amor. Tanto amas, tanto odias. Si no odias, no amas.
Se ama y se odia, pues. Se ama lo que nos viene bien, lo que nos hace bien; se odia lo que nos viene mal, o lo que procura nuestro mal.
*Con nosotros, los humanos, la distinción entre lo ‘bueno’ y lo ‘malo’ se introdujo en la naturaleza. (No aludamos ahora a la relatividad (cultural, simbólica, y real) de estos conceptos.) Es la misma naturaleza viviente la que trajo la ‘moral’ al mundo. El cariotipo humano tiene sensibilidad moral, podríamos decir. El comportamiento de la vida nos afecta, no se nos oculta su aspecto terrible, implacable, violento, cruel, siniestro, mixtificador (es la misma vida quien, en último término, así interpreta y valora). La astucia y la violencia gobiernan. En virtud de éstas sobreviven y dominan las criaturas y las especies. Son los valores de la vida. Pero llevados a las comunidades humanas es la locura y el horror, o así lo percibimos y sentimos.
¿Por qué? ¿Por qué sentimos como locura y horror tal comportamiento entre los humanos? Lo que repugna a los seres humanos todos (lo que repugna a la misma vida): la violencia gratuita, la crueldad; el robo, la usurpación; el engaño mezquino, miserable, la alienación espiritual.
Todos los pueblos han elaborado pautas de conducta (reglas de policía) que les mantienen alejados de la arbitrariedad, de la injusticia, de la violencia, de la mentira. Aunque hayan reconocido el valor de éstas en determinados casos o momentos. No se excluye el engaño o la violencia si son necesarios para sobrevivir, por ejemplo, pero se procura que no aparezcan en el interior; se usarán en la caza, o en la defensa, o en las contiendas con otros grupos humanos, según necesidad. Y todos somos conscientes de que esto es así. No hay reproches en estas palabras mías.
En su origen la visión moral (que religaba a todos los miembros de la comunidad) no buscaba sino preservar el grupo impidiendo que las opciones o posibilidades destructivas y negativas se vertieran hacia el interior. Estos comportamientos, por lo demás, garantizaban la prosperidad de todos, daban buenos resultados. No es la mera costumbre el origen de la moral. Tiene que ver con la salud y el bienestar de la tribu –de todos y cada uno de sus miembros. Términos como bueno, malo, saludable, dañino… Lo bueno para todos, lo malo para todos. Lo bueno y lo malo para unos y para otros.
Todos los pueblos son conscientes de esta dualidad que digo. Y todos los individuos. Podemos ser veraces o engañosos, constructivos o destructivos… positivos o negativos para la comunidad, o incluso para el resto de los pueblos. Se mide la conducta por su grado de positividad o negatividad para la comunidad, para la vida, para todos.
Se afirma y se niega, pues. Se dice sí y se dice no. Se elige. Es nuestra libertad, es la libertad de la vida en el cariotipo humano.
Es nuestra libertad, y es también nuestra verdad. La alienación espiritual es el pecado contra el espíritu (el genouma).
Un converso es un traidor, un infiel, un apátrida, un descastado. Un desertor (‘deserere patriam’, ‘sacrae patriae deserere’). ¿Qué conduce a la conversión? La inmadurez, la ignorancia (sobre su propia cultura), la debilidad e inseguridad (necesidad de protección, de cuidado, de atención), la falta de auto-estima como miembro de tal o cual pueblo… el rencor, la venganza. Individuos inmaduros, incultos o mal-informados, narcisistas frustrados, desencantados de su propia tradición cultural, rencorosos... Estos individuos son bien recibidos en la nueva comunidad, se les da importancia, son el centro de atención, durante cierto tiempo al menos (los quince minutos de gloria). Las condiciones psicosociales para la conversión. La personalidad psicosocial de los conversos.
El proselitista fomenta la traición, practica la alienación espiritual del otro, su transformación o conversión en uno de los suyos; busca duplicarse en el otro, aniquilar el ser simbólico del otro –dicho todo esto en términos humanos (políticos, psicológicos…). Dicho en términos biológicos lo que sucede es algo siniestro. Es un tipo de depredación. El proselitista, con su nueva fe, busca a esos individuos ‘tocados’, ‘deficientes’, ‘faltos’. Los nidos vacios. Ahí coloca su huevo, ahí hace presa, ahí eyecta su discurso. A la manera de los cucos. A la manera de los virus. Es semejante a los engaños e imposturas en la naturaleza. Recuerda a los oscuros métodos de que se valen las formas vivas para vencer, dominar, instrumentalizar... a otras formas vivas. En mi opinión, el proselitismo debería repugnar. Es seducir (traer hacia sí, desviar al otro de su ruta), es engañar, es embaucar al otro. Es el pecado contra el espíritu.
La actitud ofensiva y hostil hacia el otro, hacia cualquier otro. Las ideologías universalistas, violentas, destructivas, mixtificadoras; aquellas que usan todos los medios para medrar en las poblaciones; aquellas que buscan el dominio absoluto por cualquier medio. Es esa naturaleza horrible de la que hablo, con rostro humano. Cuando el hombre o determinados grupos humanos adoptan o eligen, para sí y para otros, lo negativo, la destrucción… la violencia y el engaño.
¿Qué hacer cuando ideologías semejantes penetran o surgen en culturas ancestrales, y asentadas? El cristianismo en el sur greco-latino, hace dos mil años. El islam en la Europa contemporánea: ¿cómo defendernos de sus ataques, de sus insidiosas estrategias de dominio? Usan la violencia y el engaño contra la población autóctona; amenazan, coaccionan, intimidan; hacen adeptos, partidarios y simpatizantes (privan a estas poblaciones de los suyos), ‘convierten’, subvierten. ¿Cómo enfrentarnos a ellos, cómo deshacernos de ellos? ¿Cómo repeler su agresión cultural, simbólica, espiritual; su guerra sorda, oculta?
Viejo truco ese de apelar a la nobleza o a los buenos sentimientos del otro. Los vanos y los tontos siempre pican, por no ceder en ‘nobleza’ ceden donde no deben y lo que no deben. El halago les aturde, les idiotiza aún más. La astucia de los ‘kakoi’, de los malos. En Roma, los cristianos apelaban a la ‘tolerancia romana’ para medrar; ahora, en nuestra Europa actual, los musulmanes apelan a nuestras constituciones democráticas, a nuestra democracia, a nuestra libertad. Los enemigos de nuestra tolerancia, nuestra democracia, y nuestra libertad, precisamente.
El islam (Corán, hadices…) desata, libera todo lo malo de lo que somos capaces. Desata el mal; legitima, santifica el robo, la mentira, el asesinato. Incluso dentro de su propio ámbito, basta acusar al otro de mal musulmán. El no-musulmán, el mal musulmán, el apostata… los infieles, los otros; a estos se les puede mentir, insultar, agredir, expoliar, robar, o matar –si es en el nombre de Alá (el dios celoso, rencoroso, cruel, tramposo, usurpador). A tal gente, tal dios.
El islam representa hoy día (y desde su aparición) lo peor del ser humano. El peor camino, el peor modo. El mal. Su ambición de dominio, similar a la de aquellos primeros cristianos en Europa. Todo ha de ser islam, todo ha de estar sometido al islam, esto es, a los musulmanes y a sus clérigos. Los musulmanes (sus autoridades político-religiosas) han de gobernar sobre todas las cosas, sobre todos los pueblos, sobre el planeta entero. La ‘umma’. Ése es su deseo, ésa es su voluntad. ¿Cómo responderán los pueblos a este reto, a este desafío?
Esa ambición de dominio; ese deseo de poder feo, malo, grosero, obsceno… de un pueblo sobre otros, de una cultura sobre otras.
He aquí que el mal existe, y tiene rostro. No siempre es el mismo. Pues todo pueblo, o toda cultura, o toda ideología, pueden encarnar el mal (para sí mismo, y para los otros, para los demás pueblos) en algún momento de su devenir. El islam es, simplemente, el último rostro del mal. De Tánato, de Surt, de Ahriman… No es el mal o el enemigo de un pueblo determinado, sino el de todos los pueblos, como lo son o lo fueron todas las ideologías universalistas (religiosas o políticas) en sus períodos de dominio y expansión.
Todos los pueblos libres están hoy llamados a luchar contra el islam, contra el islamofascismo, contra el panarabismo islámico. Si estiman en algo su libertad, su diferencia, su independencia, su historia, su lengua y su cultura. Si a sí mismos en algo se estiman.
*Una meta-cultura es lo más apropiado para este tercer período que las nuevas generaciones ya experimentan en los puntos de vanguardia de lo que se ha dado en llamar el área occidental, u occidente. Aunque podríamos denominarlo el mundo libre. El mundo libre es el no sometido a ninguna ideología totalitaria, como sí lo está el área islamizada, sometida al islam, término árabe que significa, justamente, ‘sumisión’.
Más allá de pueblos y culturas ha de ser la cosa, pero con los pueblos y las culturas. Una meta-cultura se compone de culturas. En una meta-cultura se usan como referentes todas las culturas. Es un relativismo cultural afirmativo, y constructivo.
Una meta-cultura supone una meta-moral. Una meta-moral se compone de morales diversas. Toda moral está ligada a un pueblo. Al menos en su origen. Hoy día, con la alienación cultural que padecen las tres cuartas partes de la humanidad, no podemos afirmar tal cosa. Tendrían los pueblos que retroceder en el tiempo y retomar las claves culturales y simbólicas previas a las diversas alienaciones (la cristiana, la musulmana…). Se renovarían las diferencias autóctonas y ancestrales –que son ramas del árbol de la vida. Reverdecería y florecería el árbol de los pueblos y culturas del mundo.
Una meta-cultura no es ‘una’ cultura, una meta-moral no es ‘una’ moral.
Una cronología unificada y universal es lo único que necesitamos los pueblos. Un año cero. Yo propongo el que tendría lugar en Sumer, hace seis mil años, alrededor del nacimiento de la escritura (y de la cronología, las crónicas). Es lo único universal que vendría bien a todos los pueblos. Ver claramente nuestro lugar en el espacio y en el tiempo. Nuestra relación con otras historias, con otros pueblos. Nuestra relatividad también.
Hay que despejar el camino para los venideros. Hay que luchar por un determinado futuro. En el presente se decide ese futuro. Aquí y ahora. Elige y ocupa tu puesto. Elige bien, elige tu bien. Lo que es bueno para tu pueblo, para tu gente, para los tuyos. Ama y odia. No seas tibio ni frío, sino ardiente y apasionado. Lucha con los tuyos por vuestra identidad, por vuestra permanencia, por vuestro futuro. Lucha contra aquellos que procuran vuestra ruina, vuestra extinción, vuestro mal.
Tenemos que vencer espiritualmente al islam. Tenemos que abatir a ese monstruo. La pesadilla islámica. La pesadilla judeo-cristiano-musulmana. Nuestro último escollo. El último escollo de la humanidad, de la vida. La gran batalla por venir. La victoria sobre el islam será la victoria sobre lo tenebroso. Supondrá la salida definitiva del neolítico histórico (los últimos seis mil años), del período medio, del segundo período, cuya segunda mitad está afectada por la tradición judeo-cristiano-musulmana, que no ha traído a la humanidad más que destrucción y muerte, locura y horror. Entraremos en el tercer período, en pleno futuro. Ese futuro que ya es, que ya se experimenta, que ya se vive. Advertiremos el nuevo cielo y la nueva tierra, y la nueva naturaleza, y el nuevo hombre. Una humanidad nueva. Seres biosimbólicos nuevos. Lo que tiene que ser. El futuro que somos y queremos.

jueves 21 de enero de 2010

16) El juicio a Geert Wilders

El juicio a Geert Wilders.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (20/01/10)

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*El juicio que se sostiene contra Geert Wilders en nuestra Europa, aquí, en nuestra casa, es un juicio contra nuestra cultura, sin más. Es un juicio contra nuestro ser cultural, contra nuestra diferencia en el mundo, contra el genio europeo. Es un juicio contra nosotros mismos.
Está claro que el islam ha venido a Europa a torcer nuestra historia, a incidir en nuestro destino, a modificar nuestras tradiciones, a desfigurarnos, a deformarnos, a desvirtuarnos; a destruir nuestro ser cultural, en último término. Y está claro que desde la entrada del islam en Europa nuestra libertad (nuestras tradiciones políticas, jurídicas, sociales...) no ha conocido sino restricciones, y amenazas. La respuesta del islam a nuestra libertad (a nuestra manera de vivir) es la muerte.
Son nuestras leyes, nuestras tradiciones jurídicas y políticas, las que están siendo juzgadas. Se trata también de ir modificando poco a poco esas leyes. De ir introduciendo las correcciones pertinentes de manera que la crítica o censura al islam sean poco menos que imposibles.
Recordémonos que si no hubiéramos luchado contra restricciones de la libertad semejantes a los que pretende imponernos el islam, no hubiéramos alcanzado el nivel político, cultural, y social que hoy gozamos.
Es justamente esta libertad la que nos permite decir con claridad dónde vemos el peligro, o la amenaza, para esa misma libertad. Si perdemos esta libertad, o restringimos su alcance, perderemos lo conseguido, retrocederemos más atrás incluso que del Antiguo Régimen, iremos a parar de nuevo a la Edad media. Perderemos siglos de evolución cultural, política, y social, y la vida esforzada de millones de europeos que nos precedieron no habrá servido para nada.
Este juicio denota hasta qué punto son desvergonzados estos musulmanes cuestionando en nuestro propio hogar nuestra manera de vivir, discutiendo en la patria de la libertad esa misma libertad. Pretendiendo poner coto y limitaciones; limitándonos. El huésped le echa un pulso al anfitrión. Están en juego las tradiciones de la casa. Permitimos, concedemos. Ésta es la respuesta que recibimos. Huéspedes indeseables. Ésta es la gente con la que hemos tropezado.
Se ha puesto de relieve, además, nuestra debilidad y confusión, nuestra falta de claridad, de coraje moral, de firmeza, en lo que a la defensa de nuestras tradiciones respecta.
Son los signos de estos tiempos.
Terrible suceso, pues, es este juicio para Europa. Es un ataque a nuestras instituciones, a nuestro modo de vivir. Se ataca algo que nosotros los europeos deberíamos tener como sagrado, y que costó a nuestros antepasados (no deberíamos olvidarlo) sangre, sudor, y lágrimas.
¿Cómo terminará un juicio que no tendría ni siquiera que haberse celebrado? ¿Cuál será su alcance? ¿Saldrán perjudicadas nuestras libertades? La más mínima cosa que consigan será una derrota para nosotros los europeos. Otro torpedo, otra brecha. Otra puerta que se les abre. La derrota de Wilders será la derrota de Europa, la derrota de la Europa europea.
Nuestra libertad está emparentada con la verdad. Pérdida de libertad es pérdida de verdad en nuestras vidas. No es sólo una lucha por la libertad, sino por la verdad también, por la luz. Se trata de nuestra libertad, de nuestra verdad, de nuestra luz; que están siendo cuestionadas por gente venida de fuera en nuestro propio hogar.
Gente venida de fuera quiere modificar (por las buenas o por las malas) nuestra manera de vivir; determinar nuestras vidas, acotarlas a su antojo. Que nos adaptemos a su norma, a su ley. Es insólito lo que nos sucede. ¿Cómo toleramos? ¿Cómo aguantamos? ¿Por qué? ¿En nombre de qué o quién? ¿Cómo no respondemos de la debida forma a sus pretensiones, a sus amenazas, y a su violencia?
¡Ay, europeos! Despertad, despabilad. Es tarde ya. El tiempo apremia. Daos prisa.

viernes 15 de enero de 2010

15) El peor enemigo de Europa

El peor enemigo de Europa.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (12/01/10)

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*El peor enemigo de Europa son los mismos europeos. No cabe duda que nuestro nihilismo y nuestro relativismo cultural nos han debilitado moralmente, espiritualmente. No hemos sido educados para sentirnos orgullosos de nuestra propia historia, de nuestra estirpe, de nuestro genio. Ignoramos o menospreciamos nuestros logros, la alta cultura elaborada por nuestros antepasados. Nos burlamos de los personajes de nuestra historia, los censuramos de una u otra manera. Esto, entre otras cosas, ha contribuido a nuestra vulnerabilidad.
Es una deriva no sólo destructiva, sino auto-destructiva. Es normal que otros sueñen con dominarnos. Cualquier observador advierte nuestra debilidad, nuestra confusión, nuestra torpeza. Hemos devenido un pueblo de hombres y mujeres cobardes, inseguros; un pueblo vulnerable, abordable, domeñable.
Practicamos un altruismo absurdo y suicida (adobado con conciencia de culpa debido a nuestros períodos imperialistas y colonialistas), ‘todo por el otro y para el otro’. No oponemos resistencia a la muchedumbre de extranjeros que nos invaden desde hace decenios. No discriminamos.
Hay muchos otros, pero hay un otro, el islam, que sueña con destruir nuestra identidad simbólica, nuestro ser europeo.
En el islam no se ha dado un proceso de auto-crítica y auto-censura como el que hemos practicado en Europa con respecto a nuestra propia historia. Bien al contrario. Lo que en su área de dominio se ha alentado, desde los años treinta del siglo pasado, es el espíritu de revancha, de venganza, por el período que han estado dominados por los europeos. Apenas nada, comparado con los siglos de dominación musulmana en Europa (la mediterránea y la balcánica). Su vergonzoso y humillante dominio sobre nuestros antepasados. Una afrenta que aún debemos reparar. Deberían prodigarse las historias negras de su período de dominio en nuestras tierras. Los europeos deberían conocer ese triste y violento período. Cuando bajo los árabes (en el Mediterráneo), y cuando bajo los turcos (en Grecia y los Balcanes, y hasta hace menos de un siglo).
Tendríamos que recordarles a los europeos que ese islam que nos amenaza con total impunidad aquí, en nuestra tierra, ha tenido sus oleadas de expansión y de dominio, y que fue un imperio totalitario entre otros, y que colonizó, explotó, esclavizó, y destruyó, como todos. Y en nuestra Europa. No son inocentes víctimas de nuestro período colonial. También ellos deben rendir cuentas por su violencia y su horror a lo largo de la historia.
El islam no ha cambiado, lo podemos ver en sus Estados. Violento, cruelmente desgarrado por las luchas internas (desde la muerte de Mahoma); se masacran entre ellos. Es hoy lo que fue ayer, y lo que será mañana. Deberíamos intuir al menos lo que nos espera, si siguen prosperando en Europa. Si el pasado no es suficiente, tenemos hoy las palabras de sus autoridades religiosas en las mezquitas de nuestras ciudades. Lo que se atreven a decir bien claro en nuestra casa. Sus amenazas, sus censuras a nuestras tradiciones políticas, culturales y demás, sus insultantes reivindicaciones territoriales.
El peligro ahora, sin embargo, es la extinción, la desaparición, la muerte de Europa, de la Europa europea. Desvirtuar a Europa, ésta es la estrategia de dominio fundamental del islam en nuestra casa. Es una guerra demográfica e ideológica (cultural). La desnaturalización, la desfiguración, que ya comenzamos a padecer, son los primeros signos de la monstruosa metamorfosis por venir. Los componentes africanos y asiáticos (su abundancia) acabarán compitiendo con los autóctonos y finalmente sustituyendo el ancestral sustrato etno-lingüístico y cultural de Europa. La Europa milenaria, la nuestra, la heredada, desaparecerá. Perderemos Europa. Le fallaremos, defraudaremos a nuestros antepasados todos, a milenios de afán y de trabajo, de sangre, sudor, y lágrimas.
Nos falta claridad, seguridad, coraje moral, decisión, valor. Conciencia de sí, conocimiento de sí; conciencia de patria, de herencia, de legado. No tenemos confianza en nosotros mismos, porque nosotros mismos aún no existimos. Carecemos de voluntad de futuro. Estamos descuidados, negligidos, postergados –por nosotros mismos.
Es ese europeo que ignora, o descuida, o teme, al que hay que traer a la causa europea. ¿Por qué ese europeo (una gran mayoría) se muestra indiferente, o negligente, o pusilánime?
Necesitamos despabilar y urgir a los europeos a que tomen partido por Europa, que se elijan a sí mismos (su pasado, su presente, y su futuro). Necesitamos una plataforma anti-islamista europea (la occidental y la oriental). Toda Europa. En el nombre de Europa, en el nombre de la Europa europea. Consignas claras para todos. Una plataforma única, una sola entidad que aglutine y arrope a todos los europeos frente y contra el islam, que les aporte dignidad, y fortaleza. Es una lucha legítima.
Necesitamos acción, activistas de la causa europea. Un frente, una vanguardia. Reivindicar Europa, nosotros los europeos. Luchar por nuestra Europa. Declarar en nuestras tierras la guerra fría y caliente al islam. Expulsar a quienes pretenden nuestra ruina, nuestra extinción, a quienes la predican desde sus templos, aquí, en nuestro hogar, en nuestra tierra sagrada, en Europa. Responder como se debe a tal actitud arrogante y ofensiva. Despertar el orgullo europeo. Recrear Europa, recrearnos a nosotros mismos.

Saludos,
Manu

sábado 9 de enero de 2010

14) A quien pueda interesar

A quien pueda interesar. De mis correos e intervenciones en foros.

Manu Rodríguez. Desde Europa. (08/01/10)

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*Querida P., …este europeísmo anti-islamista tiene que tener difusión; como grupo cultural, como movimiento estrictamente cultural. Y, en su momento, como grupo de presión. El anti-islamismo en Europa ha de llegar a la ‘masa crítica’, que nuestra clase política no tenga más remedio que prestarle atención. Que el voto anti-islámico en Europa tenga peso y valor. Que tengan que contar con nosotros. ¿Cuándo sucederá esto? ¿Crees que esto sucederá alguna vez?
Te informo que el Irán es el pueblo islamizado más próximo a nosotros, los europeos. Somos pueblos hermanos, por nuestro común origen indoeuropeo. Están sojuzgados, oprimidos, alienados… por una ideología extraña a su genio (indoeuropeo). El ámbito persa fue el que proporcionó el grupo más importante de pensadores y artistas dentro del área islámica. Hay una querella interna entre lo árabe y lo persa, como tú bien sabes. Lo persa se destaca dentro del islam. Su arquitectura, su arte (las miniaturas persas), su pensamiento, su literatura… las antiguas tradiciones pre-islámicas que sobreviven (el ‘nouruz’).
La hipocresía es ‘natural’ allí donde dominan estas ideologías; en el cristianismo o en el islamismo. Allí donde mandan los puritanos, los piadosos, los sacerdotes. Y tanto más cuando lo que peligra es la misma vida. No podemos decir con libertad y con claridad lo que pensamos o lo que sentimos. Nos obligan a la mentira, al subterfugio, a la hipocresía, al disimulo, estos canallas; allí donde dominan.
Si no conoces a Wafa Sultan, consúltala en la red. Es una psicóloga de origen sirio, aunque actualmente vive en USA. Circulan videos de ella por internet, algunos subtitulados; así como entrevistas. Hay otros y otras. Hay una oposición inteligente y apasionada al islam dentro de su propio ámbito.
Cada vez estoy más convencido de que ésta es una lucha universal, internacional. Se trata de una ‘guerra’ universal contra el islam. Hay que destruirlo, o nos destruirá a nosotros. Este monstruo se ha despertado con hambre de pueblos y naciones. Todos los pueblos y culturas peligran con este islam militante que se extiende por todos los rincones del planeta. Es la tercera oleada del islam, como dicen.
Personalmente, cada vez me siento más pesimista. El diagnóstico es ‘irreversibilidad’, ‘puntos de no retorno’. Con respecto a Europa. Puedes leer lo último que he escrito y que he metido en el blog.
No sé si Europa se librará alguna vez de esa muchedumbre de asiáticos y africanos musulmanes que nos inundan cada día. Su número aumenta de manera pasmosa. Los legales son ya casi treinta millones. En veinte años se quintuplicarán. Dentro de cincuenta años ¿cuántos serán? Trescientos años tardó el cristianismo en allegarse al poder. Desde los primeros grupos cristianos hasta Constantino.
La diferencia esencial con el caso cristiano es que esta vez está acompañada por el componente demográfico; es población extranjera la que se asienta en nuestras tierras. Y son millones. Esto anuncia una catástrofe inevitable en el futuro. Tanto si decidimos enfrentarnos a ellos, como si no, el futuro pinta muy negro para Europa. Y si nadie pone freno al islam, para todo el planeta. Dentro de cien, o doscientos años, no tienen prisa. Tan sólo esperan su momento en cada lugar.
El futuro no nos trae nada bueno. Piénsalo. Esto evolucionará para mal nuestro. Los enfrentamientos serán ineludibles. Dada la situación actual, cuando los europeos reaccionen, será demasiado tarde. No le estamos prestando la debida atención (nuestros políticos y gobernantes) a este problema que nos estallará a todos dentro de una o dos generaciones (de veinticinco a cincuenta años). Es lo próximo para Europa.
La violencia y el terror islámico circularán por Europa. Destruirán, arruinarán a Europa. La fragmentarán de nuevo, y ya con zonas netamente musulmanas (y extranjeras). Es el fin de Europa, de la milenaria Europa europea. Nadie podrá echarlos dentro de cincuenta o cien años. Nos podrán. Nos vencerán. Nos dominarán.
La entrada de Turquía en Europa será el torpedo definitivo, abrirá una brecha que nos hundirá en cuestión de años. Turquía se convertirá en la ‘gran puerta’, millones de musulmanes asiáticos y africanos tendrán acceso a Europa, y sin problemas.
Se han cometido (y se cometen) errores gravísimos. La concesión de la nacionalidad y el voto. Los reagrupamientos familiares. Fíjate lo que han conseguido en apenas tiempo. Son los últimos veinticinco o treinta años. Apenas nada. Pasar de cinco o seis millones en los setenta (del siglo pasado) a casi treinta millones treinta años más tarde. Nacionalizados, y con derecho al voto.
Ya te habrás enterado que hay un partido islámico en España. Recogerá los votos de los musulmanes (aunque aspira a ser un partido para los más ‘desprotegidos’ –los emigrantes en general). Pronto tendremos parlamentarios musulmanes, y probablemente extranjeros, en nuestros parlamentos y senados. Cosa que ya conocen otros parlamentos europeos. Esto denota nuestra falta de dignidad y de orgullo (el de nuestra clase política).
¿Cómo dar marcha atrás, a esto, por ejemplo? La retirada de la nacionalidad y su derecho al voto. Es lo primero que habría que hacer. ¿Crees que esto es posible ya? No se hará nada, P., se seguirá sin hacer nada.
Éstas son las conclusiones a las que he llegado en los últimos tiempos y a la vista de lo que veo y leo cada día. Cuanta más información tengo, más negro lo veo, y no veo solución. Es el comienzo del fin lo que vivimos, pues no se hará nada para evitarlo.
Es como asistir a una anciana que se adentra en la muerte con la cabeza perdida; es la madre Europa en sus momentos finales.
*Muad did, quienquiera que seas, te agradezco vivamente tu intervención. He disfrutado con ella. Tanto el texto (‘los derechos humanos musulmanes’), como tus comentarios –impregnados del mejor espíritu crítico e ilustrado europeo. Hace tiempo que no leo cosas así.
Hay que deconstruir esos textos, hacer patentes sus intenciones, sus malévolas intenciones. Pulverizar esas trampas, esos cepos conceptuales, esas monstruosidades ideológicas. Mediante la inteligencia, mediante la luz. Esto eleva el nivel del debate y evita las intervenciones torpes, erráticas, e insustanciales.
El islam es tenebroso, y los pueblos libres tenemos el deber de combatir esas tinieblas. Al menos en nuestras tierras. Desde nuestras tradiciones intelectuales, en defensa de nuestras tradiciones culturales, y desde nuestra propia historia. Evitar que esas tinieblas invadan nuestros espacios culturales.
Doy a Europa por perdida, o casi perdida, dada la inmensa población musulmana extranjera que nos invade desde hace decenios. Las prospecciones demográficas son espantosas, y las económicas peores. Y no digamos los costos culturales, sociales, políticos, y humanos (los conversos). Nuestra Europa se nos va, la perdemos.
Europa no cuida, no vela por sus intereses (nuestros gobernantes, nuestra clase política, nuestros ‘intelectuales’). Es terrible lo que pasa. Si todo continúa como hasta ahora, perderemos Europa irremisiblemente.
Me despido, amigo. Vuelvo a agradecerte tu intervención, que en mi opinión deberías ampliar y redondear. Una crítica jurídica y conceptual de estos textos, desde nuestras tradiciones filosóficas y jurídicas, nos sería de utilidad a todos (los europeos).
*Querida P., …hay que multiplicar los intentos, los lugares. Es cuestión de estadística. Cuantas más páginas o blogs anti-islamistas circulen, más probabilidades tenemos de que se amplíe la resistencia y la lucha contra el islam. Tiene que haber más presencia anti-islamista en la red. Tenemos que frenar o impedir lo que parece inevitable –la pérdida de Europa.
Ya ves que estoy muy pesimista en estos últimos tiempos. Porque no veo reacción alguna por parte de nuestros gobernantes, porque todo sigue igual. Todo, salvo el número de musulmanes en Europa (y en el mundo), que aumenta cada día.
*Querido J. P., …lamento la escasa difusión de escritos como los míos, sobre todo porque no pueden influir en la marcha de las cosas. Pues la intención de estos escritos es, justamente, incidir en la marcha de las cosas. Cambiar la deriva, nuestra inercia suicida.
Nuestra Europa es como el ‘Titanic’ a punto de colisionar, y no podemos hacer nada. Necesitamos crear opinión, difundir nuestro anti-islamismo. Transformar la actitud de los europeos hacia el islam, y hacia su propia cultura. Que los europeos tomen conciencia de sí, y que estén dispuestos a defender sus tradiciones culturales –y su tierra. Europa tiene, desde ya, que tomar medidas con la población musulmana extranjera. Con sus exigencias, con sus intimidaciones, con su violencia, con su osadía, con su presencia masiva.
A mí no me cabe otra solución que la expulsión. Sé que esto traerá problemas, pero más problemas tendremos si permitimos que continúen viniendo y multiplicándose. De todos modos, las cosas han llegado a tal extremo que cualquier medida que se tome nos perjudicará tanto dentro, como fuera –los países islámicos. Cuando se comiencen a tomar medidas serias contra la población musulmana extranjera, nos enteraremos. Será ya una guerra abierta contra el islam en nuestra propia tierra. A esto se llegará. A esto, o a la rendición y a la sumisión (la islamización).
Viene un futuro negro y terrible para Europa, y nosotros quizás lleguemos a ver sus comienzos. Nuestros herederos maldecirán a las generaciones presentes. Por su negligencia y su dejación de soberanía, por su indecisión e inseguridad, por su torpeza e ineptitud, por su cobardía y su falta de coraje moral, por su estupidez (con ‘z’ de Zapatero)…
Ya ves cómo estoy de pesimista. Puedes echar una ojeada a las últimas cosas que he metido en el blog. No sé ya qué decir, ni para qué (dada la escasísima difusión de estos blogs anti-islamistas). Es terrible lo que viene, lo presiento. Puede ser el fin.
Necesitamos otras formas, necesitamos difundirnos, propagarnos, por Zeus. Expandirnos por Europa, impregnarla de nuestros sentimientos y de nuestra pasión europea. Despabilar a esta dormida Europa. El ‘anti-islamismo europeo’ tiene que llegar a ser una corriente de opinión con fuerza, y una fuerza en crecimiento, además. Y tiene que conseguirlo cuanto antes, desde ya.
Es angustiosa la situación actual –la nuestra, la europea. En la lucha final de Ormuzd (Ahura Mazda), que es la luz, y el bien, y la verdad, contra Ahriman, el padre de la mentira, de las tinieblas, y de la muerte (en la antigua tradición irania), éste casi logra vencer. Los textos que recogen este mitema indoeuropeo patentizan una angustia semejante a la que nosotros, los europeos, vivimos en estos momentos. El hosco, el sombrío, el dia-bólico, el tenebroso islam avanza más y más en nuestras tierras sin que nadie le oponga resistencia. La ‘umma’. Las tinieblas y la muerte. Surt, Tifón, Vritra, Tánato, Ahriman.
Nosotros estamos del lado de la luz, J. P., no te quepa duda. El islam es tenebroso ‘per se’, si te pones contra el islam te pones del lado de la luz. Por lo demás, defendemos nuestra patria europea, su tierra y sus cielos (sus culturas, sus tradiciones todas); queremos preservar nuestro hogar ancestral, y nuestro ser europeo. Nuestra lucha es legítima.
‘Si por un rayo de sol nadie lucha/ nunca ha de verse la sombra vencida’. ‘Pero hay un rayo de sol en la lucha/ que siempre deja la sombra vencida’. Estos dos finales dejó nuestro querido y venerado Miguel Hernández a uno de sus últimos poemas, ‘Eterna sombra’. Si nadie hace nada… Pero hay… Esta incertidumbre.
Tiene que haber más rayos de sol en esta lucha, J. P., más luz. De esto se trata. Nosotros formamos parte de esa escasa luz que en nuestra Europa combate como puede contra el islam, contra la sumisión, contra la muerte y el olvido.
*Querida M., …a la vista de lo que escribo habrás advertido que sostengo una suerte de activismo cultural, una ‘lucha’ contra las ideologías universalistas (religiosas o políticas), y una defensa de las culturas étnicas. Numerosos pueblos perdimos en su momento el nexo con nuestras propias culturas. Debido precisamente a estas ideologías universalistas. La cristianización de Europa, por ejemplo. Los pueblos que tenemos tal experiencia no conservamos más que restos de nuestras culturas ancestrales; muchos pueblos incluso lo han perdido todo, todo el legado cultural, quiero decir; han perdido su identidad ancestral y autóctona. Sólo espiritualmente podemos restablecer el nexo con nuestros antepasados y con nuestras antiguas identidades simbólicas.
Como verás mi actitud es militante. Lucho, combato contra la araña universal. Contra los totalitarismos religiosos o políticos. Contra las diversas homologaciones que se nos ofrecen como regalos envenenados. Contra la muerte y el olvido. Porque ése es el fin de tantas culturas que han sido. Perdidas a causa de la cristianización o islamización de los diversos pueblos, en los cinco continentes.
Apenas nos quedan culturas ancestrales vivas. Aparte de las escasas culturas de cazadores-recolectores supervivientes, no quedan más que la cultura china, la japonesa, la india no musulmana… y pocas más. El resto de las culturas antiguas han desaparecido tras los procesos de cristianización e islamización. En todos lados.
Estas ideologías universales tienen la manía de dividir en dos mitades antagónicas a la humanidad. Cristianos y paganos, musulmanes e infieles… Su lenguaje resulta muy ofensivo para el otro, para cualquier otro.
Con lo de ‘paganos’ o ‘infieles’ se borran, además, las diferencias entre los diversos pueblos; te homologan como pagano o infiel. No hay diferencia entre un griego, un romano, un persa, un egipcio, o un chino; o son cristianos o son paganos, o son musulmanes o son infieles. Escamotean las identidades simbólicas ancestrales.
Si bien hay razones económicas que explicarían las sucesivas guerras que padecemos, no nos debemos olvidar que estas guerras se suelen hacer en nombre de Cristo, o de Alá, o de la democracia, o del internacionalismo proletario. El otro tiene que convertirse en cristiano, musulmán, demócrata, o comunista.
Todo lo que escribo desde hace años tiene que ver con esto. He multiplicado los argumentos contra el universalismo. Argumentos que son armas conceptuales. Armas que puedan derribar, destruir, vencer… a estas quimeras religiosas, o políticas. Los diversos universalismos son monstruos o monstruosidades ideológicas.
Un retorno a lo étnico, a lo propio ancestral y autóctono. A lo particular. Que los pueblos cristianizados o islamizados reivindiquen sus culturas ancestrales: los egipcios, los persas, los libaneses (fenicios), sirios e iraquíes (sumerios)… En Europa: lo griego, lo romano, lo germano, lo celta, lo eslavo… En las Américas, en África… En todo el planeta, pues todo el planeta (salvo escasas excepciones) padece alienación cultural y espiritual desde antiguo.
Un planeta con multitud de pueblos. Es el árbol o el bosque de los pueblos. No hay homologación, hay multiplicidad de pueblos y culturas. El peligro para este árbol de los pueblos y culturas reside en las ideologías universalistas. El cristianismo desmochó el árbol europeo hasta reducirlo casi a un tocón, por ejemplo.
Es una lucha, un combate contra los tenebrosos monismos, contra el pernicioso dualismo que difunden estos monismos. Son ideologías que dividen y enfrentan a la humanidad. Contra las tenebrosas homologaciones, pues, y contra la violencia que contra el otro imponen. Es una elección, y es un compromiso. Es la negación de la negación.
Yo también dualizo. Opongo la luz de los pueblos a cualquier universalismo. Contra la cristianización o la islamización de individuos y pueblos, contra la alienación espiritual de individuos y pueblos. Pueblo cristianizado o islamizado es pueblo perdido, arrancado del árbol de los pueblos y culturas del mundo. Legado perdido para toda la humanidad.
Perdemos información sobre nosotros mismos, se merma la riqueza cultural del planeta. Mucho se ha perdido. Todos hemos perdido.
Añadiré que, en lo que escribo, también intento hacer uso, desde el interior, del lenguaje de las tradiciones indoeuropeas (mi ámbito lingüístico-cultural). Recuperar el lenguaje simbólico de nuestros antepasados, que vuelva a circular. Darle vida. No son sólo cuentos, relatos, o leyendas. Hay algo más.
*Querida M., …como europeo me identifico con las culturas ancestrales de mi pueblo, las culturas europeas e indoeuropeas, que son numerosas: la griega, la romana, la celta, la germana, la eslava, la finlandesa… pero también la armenia, la arya védica, la irania…
Desde ese punto de vista me parece natural que los indígenas americanos se preocupen por sus culturas pre-cristianas y traten de ponerlas en pie y reivindicarlas. Lo que no me parece tan natural es que los descendientes de los europeos reivindiquen (o hablen de) tales tradiciones como propias. Personalmente lo considero como un caso de usurpación. Primero se les quitó las tierras, luego se les quitó sus culturas. Es una suerte de apropiación, como un residuo de arrogancia colonial. No creo que a los naturales más conscientes les agrade esta intromisión en lo propio ancestral y autóctono, ese alarde de ‘erudición’ sobre lo propio por parte de esos ‘extranjeros’. Disculpa que me exprese de este modo. Pero yo tendría esta sensación si me pusiera en el pellejo de un descendiente de los incas o de los mayas. Me molesta, por ejemplo, cuando escucho a sacerdotes cristianos hablar con desparpajo (con ‘autoridad’, dicen ellos) sobre cultura griega, romana, germana, o celta. Culturas que ellos, en su momento, conscientes, voluntaria, y deliberadamente, destruyeron o deformaron.
La presencia europea en las Américas fue una desgracia, una fatalidad. Los autóctonos perdieron la tierra y los cielos (el ámbito simbólico, cultural). Es penoso ver sus culturas destrozadas, deformadas por el cristianismo. Es un caos, un pastiche. Algo impuro, es en lo que han terminado por convertirse la mayoría de sus tradiciones. Ni una cosa ni otra.
Este fenómeno de deformación, o destrucción, o pérdida del sentido de las tradiciones lo padecen las tres cuartas partes del planeta. En Europa, en África, en Asia, en las Américas… El planeta ha devenido un lugar culturalmente impuro. Hollado, mancillado, violentado por las grandes ideologías universalistas del pasado. Son las diversas globalizaciones que todos hemos padecido. La cristiana, la islámica, la hinduista y budista, y la comunista y la demócrata de nuestros días. Tíbet, China, Japón… han conocido la expansión budista. El budismo es usurpador en ese ámbito, pero también en buena parte del sudeste asiático, así como el hinduismo. El Tíbet tiene su cultura deformada por el hinduismo y el budismo, el Bardo Thodol, su ‘libro de los muertos’, esta atestado de conceptos que nada tienen que ver con la cultura tibetana (términos, divinidades, conceptos hinduistas y budistas que provienen del sánscrito). Se celebra incluso una fiesta dedicada a la expulsión de los viejos dioses por los monjes budistas (venidos de fuera, no se olvide). Todo el planeta está igual. Espiritualmente alienado; corrompido, impuro.
El daño causado (moral, cultural, espiritual…) es terrible. Irreparable, por lo demás. Y esto lo han conseguido unas pocas ideologías. El árbol de los pueblos y culturas del mundo está desfigurado, roto.
Un retorno a lo étnico, a lo propio ancestral y autóctono, siquiera sea espiritualmente. Pueblos europeos e indoeuropeos, asiáticos, africanos, americanos indígenas… Lo que yo propongo es un proceso de purificación. Cada individuo, cada pueblo.
Vosotros tenéis vuestras raíces en Europa (la mayoría, por lo que veo). Aquí están vuestros antepasados ancestrales, vuestros ‘manes’ (desde el paleolítico). Que cada pueblo retorne a lo propio. Pero a lo propio pre-cristiano, pre-islámico, pre-hinduista, o pre-budista. Des-alienarnos.
El futuro (cultural, espiritual, moral, político…) del planeta se juega en estos momentos entre lo que se ha dado en llamar ‘occidente’, y el islam. El rebrote del islam es una nueva amenaza contra los pueblos. Ahora, lo que perdemos, los países democráticos europeos, por ejemplo, es nuestro actual status político, social, cultural y demás. La cultura alcanzada. El islam presiona demográfica y culturalmente. Su número en Europa alcanza los treinta millones. El futuro de la Europa actual peligra, pues. No sólo padeceremos la alienación cultural, espiritual, sino la física, perderemos la tierra. Esto no es nuevo, numerosos pueblos las han padecido (los pueblos indígenas americanos, por ejemplo).
Yo insisto en que no se trata sólo de relatos. Los términos mismos que usamos no son los adecuados: mitos, leyendas, politeísmo, paganismo… Lo que tenemos son culturas autóctonas, étnicas. Ancestrales, por lo demás.
El retorno a lo étnico, a lo propio ancestral y autóctono, podría frenar la expansión de los universalismos. Es un arma. Es más revolucionario de lo que a primera vista pudiera parecer. Podría significar el fin de los universalismos.
*Querida M., tu respuesta me hace pensar en la posible ambigüedad de ciertos términos y expresiones, como el concepto ‘retorno a lo étnico’, por ejemplo. Es obvio que no se trata de un retorno a cualquier cultura étnica (a elegir, podríamos decir), arrojarnos sobre las culturas étnicas supervivientes, como parecen indicar tus palabras. Es obvio que no se trata de eso, sino de un retorno a las propias culturas autóctonas. Dejemos a los pueblos en paz. Y se trata de un retorno espiritual, simbólico, y reivindicativo –con relación a las ideologías religiosas universales que amenazan con hacer desaparecer las culturas ancestrales y autóctonas del planeta (ya bastante mermado al respecto). Oponernos desde nuestras culturas ancestrales a la expansión de estos alienantes universalismos.
El cambio de religión es el cambio de cultura, es el abandono de lo propio y la adopción de lo extranjero. Es una aberración psicológica, espiritual, que afecta al ser simbólico de los individuos y de los pueblos. No hay que olvidar el origen étnico de estos universalismos, lo que se consigue es que una cultura determinada (la judía, la árabe...) prevalezca sobre otras, en detrimento de otras.
Mencionas a Egipto. Lo que perdió el pueblo egipcio, además de su propia cultura, fue la posibilidad de una evolución ‘natural’ de ésta. Todos nos perdimos esa evolución cultural del pueblo egipcio con respecto a sus propias tradiciones. Ya en el bajo imperio, cuando la cristianización, la cultura egipcia no era la de mil años atrás.
Dado que la mayor parte de las culturas han padecido estos cortes, estas interrupciones en su devenir, apenas si podemos advertir esa evolución que te digo. Quizás podamos apreciarla en Europa. Pero ésta tuvo que superar la alienación cristiana (proceso que nos llevó desde el Renacimiento hasta el siglo ilustrado y la Revolución francesa), recuperar las fuentes filosófico-científicas del pasado pre-cristiano, e igualmente las modalidades políticas. En fin, logramos este retorno, aunque no de forma total. No recuperamos los mundos simbólicos, espirituales, de nuestros antepasados, ni renovamos el nexo espiritual con ellos.
A esto me refiero, nuestras propias tradiciones ancestrales tienen que prevalecer sobre cualquier otra. De esta manera las diversas tradiciones se conservarán. No es una actitud ofensiva hacia las otras culturas. Cada individuo, y cada pueblo, deben velar por su propio legado cultural, así como controlar (ellos mismos) su progreso y evolución.
Sólo desde esta posición se podrá alcanzar una cultura universal (una meta-cultura, podríamos decir), e individuos que puedan gozar de las otras culturas sin necesidad de abandonar la propia.
Es un retorno espiritual, M. Con esta fidelidad a lo nuestro ancestral y autóctono repelemos cualquier intento de desapropiación cultural. Cualquier proselitismo chocaría con esta ‘fidelidad’ que es la genuina fidelidad, la que les debemos a nuestros ancestros, a nuestras tradiciones, y a nuestros dioses autóctonos.
*Querida M., ...lo último que me entero es que indígenas centroamericanos y sudamericanos se están islamizando, el islam hace progresos en las Américas, y sobre todo en la población indígena. En México, miembros de los pueblos maya y tzotzil… El cristianismo no les satisfacía, dicen. Estos pueblos débiles, tienes razón, pasan de una alienación a otra. Su debilidad consiste en su falta de dignidad como pueblo, pero esa dignidad, y ese honor, y ese orgullo, lo perdieron ya cuando fueron cristianizados. Cuando la primera alienación espiritual. Como nos sucedió a nosotros en Europa, cuando la cristianización, precisamente. Perdido el nexo con los antepasados, ya botan de ideología universal en ideología universal (de secta en secta). Este ‘problema’ lo tenemos también en la Europa actual con las conversiones al islam. Les falta (a estos individuos y a estos pueblos) la fuerza que les daría la fidelidad debida a sus ancestros. (Así es como terminé la intervención anterior.) Esa fidelidad es una coraza. Los pueblos han de recuperar el nexo con los antepasados, y esa coraza. Es justamente ese nexo, ese hilo que nos une a nuestro pasado, lo que los apóstoles de estas ideologías tratan de cortar. ‘Liberarnos’, ‘salvarnos’… dicen. Religiones de salvación, de liberación. Es cinismo, es crueldad.
Personalmente opino que el proselitismo debería estar ‘prohibido’, o al menos, repugnar, estar mal visto. Es un intento de separar a la gente de sus raíces, de su entorno lingüístico-cultural, de ponerlo incluso en contra de su propio entorno social (familia, pueblo…). Los conversos se ponen al servicio de la fe recién adquirida; ésta prevalece sobre todo lo demás. Es la traición, el abandono de lo propio. Todo esto me resulta terrible, y peligroso, por las consecuencias de todo tipo que arrastra. Cuando estas ideologías llegan a las poblaciones y empiezan a hacer adeptos, la unidad previa se rompe. El primer resultado es la escisión del pueblo. Estas ideologías escinden y enfrentan a las poblaciones. Este fenómeno podemos estudiarlo en la Europa previa a la cristianización. La lenta, paulatina, insidiosa, y finalmente violenta transformación de un pueblo (de los pueblos europeos). La sustitución del espacio simbólico y espiritual (la destrucción del propio y la imposición del ajeno).
Tales pretensiones, y tales métodos repugnan, ciertamente. La finalidad es cambiar el sustrato espiritual de un pueblo. Cambiar su cultura, su ser cultural (simbólico), su ‘mirada’ ancestral y autóctona… No sé cómo no nos estremecemos de horror ante la mera idea del proselitismo.
En fin, me resulta hasta doloroso hablar de estos temas. Perdemos culturas, perdemos ramas del árbol de los pueblos y culturas del mundo, que son ramas del árbol de la vida, el árbol más puro. Sea éste nuestro árbol de navidad. Rindamos culto a este árbol, cultivémoslo.
*La cultura de un pueblo es su religión. Y cuanto más ligado esté un individuo a su propia cultura, tanto más religioso será. Hablando como europeos (o hijos de europeos ancestrales), podemos decir que nuestra cultura (política, científica, espiritual, artística…) es nuestra religión. Cambiar de religión es cambiar de cultura.
Diversas culturas se dan cita en Europa en estos momentos, de ninguna hay que temer, salvo del islam. El islam no es cualquier cultura, no es la cultura china, o la japonesa; éstas son culturas autóctonas, étnicas, no universales, no hacen proselitismo, no censuran las tradiciones de los anfitriones. Las culturas étnicas se respetan entre sí.
Son las religiones (las ideologías) universales las que introdujeron entre los pueblos eso de cambiar de religión, que es cambiar de cultura. Se trata de sustituir el universo simbólico recibido por otro extraño, ajeno. Algo alienante, demencial, terrorífico incluso. Las culturas autóctonas quedan suprimidas, aplastadas; nada pueden hacer contra estos poderosos credos universales, estas quimeras, estas monstruosidades ideológicas. Las oleadas de expansión de estos credos han destruido o desfigurado innumerables culturas étnicas.
El islam es una de esas ideologías universalistas y totalitarias, no viene sino a quitar, a sustituir el universo simbólico existente por el islámico, por el suyo (por las buenas o por las malas), como antaño hicieron los cristianos en la misma Europa. Lo que está en juego, como antaño, son nuestras tradiciones culturales todas (políticas, artísticas, culinarias…). De lo que se trata es de la posible pérdida de éstas (de nuevo).
Ya no es tiempo en Europa de vino y rosas, de cuentos a la luz del fuego. No es tiempo de recordarnos los crípticos mitemas y teologemas de nuestros antepasados, sino de activarlos, vivirlos, usarlos; desde dentro, desde el interior. Es el tiempo de la elección, del compromiso, de la acción. Ahora Europa necesita combatientes, héroes defensores de su propia cultura, de su propio ámbito simbólico. Salvaguardar el legado espiritual; nuestra luz, nuestro particular fuego. En nombre de los pasados, de los presentes, y de los futuros.
Saludos a todos en este año nuevo,
Manu